CHILE, EL ORIGEN DEL DESPOJO DEL AGUA
El 90% de la composición de un niño al nacer es agua, del agua dependen las funciones fisiológicas más importantes del cuerpo humano. Hablar del agua es referirse al bien natural más importante para la vida humana, del agua depende la vida de los vegetales, el funcionamiento de los ecosistemas, el desarrollo de las economías locales . Es por ello, y por su creciente importancia económica, que hoy no son pocos los que sostienen que el agua va a tener para el siglo XXI, la misma importancia que tuvo el petróleo para el desarrollo del siglo XX, y ya conocemos de sobra lo que esto ha significado en términos de acaparamiento, explotación, abusos y guerras.
Hoy vemos que los conflictos por el agua son cada día más frecuentes, y colocan en colisión dos miradas de ella que representan también dos opciones sociales y políticas frente al futuro de la humanidad y el planeta: la primera, que considera el agua como bien común y como un derecho humano fundamental que no puede ser apropiada por unos pocos, sino que cuidada, administrada/gestionada y puesta al servicio de la vida; versus una segunda, que la considera como un recurso y por tanto sólo la concibe desde una perspectiva económica al servicio de intereses particulares que buscan la acumulación de plusvalías y lucrar con su condición de esencialidad para la vida.
Por tanto, para situar y comprender el denominado “conflicto del agua” en Chile, es importante considerar este contexto y recurrir a la historia para poder analizarlo en el presente y proyectarlo en el futuro. En la década de los 70 y hasta fines de los 80, 18 de 20 países latinoamericanos estuvieron bajo dictaduras y regímenes autoritarios (Chile no fue la excepción), los que, condicionados por organismos internacionales como el Banco Mundial, fueron especialmente vulnerables a sus dictados, condicionando su apoyo estratégico y económico a la instauración de un modelo de desarrollo Neoliberal, que permitiera un fácil acceso de las corporaciones internacionales a los “recursos naturales” de éstos países.
En Chile la privatización de las aguas se encuentra consagrada constitucionalmente, en rigor, el artículo 19, numeral 24 señala “ Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos y constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos” (Constitución política del año 1980, fraguada en Dictadura).
Para ser rigurosos hay que señalar que en Chile no sólo están privatizadas las fuentes de agua, también su gestión, proceso que se inició el año 1997 (post Dictadura), Aguas Andinas, la empresa sanitaria que provee de agua potable Santiago (capital de Chile) es de propiedad del grupo Agbar Suez, ESVAL (empresa sanitaria de Valparaíso) es de propiedad de los profesores de Ontario, Canadá, por citar dos emblemáticos casos.
El acceso al agua sin limitaciones de carácter político, económico, social o cultural, es un derecho humano esencial, la base del cumplimiento de todos los demás derechos, en Chile el agua es objeto de lucro, usura y exclusión, miles de personas son abastecidas de agua a través de camiones aljibes, hombres y mujeres privados de agua se bañan por presas, y quienes administran el Estado privilegian el acceso al agua dulce a la industria extractiva, criminalizan, persiguen y censuran a las y los que luchan por agua para sus comunidades, sin embargo, las movilizaciones crecen, la conciencia aumenta, porque hoy somos miles las y los que comprendemos que la lucha por el agua es un imperativo ético y moral, y en ese empeño, en ese propósito, llegaremos hasta el final, hasta recuperar el agua para nuestras comunidades y territorios.
Hoy vemos que los conflictos por el agua son cada día más frecuentes, y colocan en colisión dos miradas de ella que representan también dos opciones sociales y políticas frente al futuro de la humanidad y el planeta